Silvia Lazarte Flores (1964 - 2020)

Luis Oporto Ordóñez, 05 de julio de 2021

El 28 de junio de 2020, una modesta capilla ardiente instalada en el hall del edificio de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional rendía tributo a una mujer de pollera de origen quechua: “valiente y luchadora mujer indígena. Presidenta de la Asamblea Constituyente”.

Silvia Lazarte, nació el 10 de enero de 1964 en Carasa, valle del municipio de Santivañez (Capinota, Cochabamba). Emigró junto a su familia a Villa Tunari en el Chapare (1970). Como muchas jóvenes campesinas, se vio forzada a dejar la escuela para insertarse a las labores agrícolas. Su padre, Desiderio Lazarte, dirigente cocalero fundador de la Central “Villa 14 de Septiembre”, forjó con su ejemplo, el liderazgo de Silvia Lazarte. A sus trece años, se presentó en una reunión del Sindicato Pedro Domingo Murillo para tomar el puesto de su padre, sufriendo discriminación de sus compañeros (1980). Jamás se doblegó. Con esfuerzo y trabajo, logró respeto y aceptación en el sindicato. A sus dieciocho años fue elegida Secretaria General de la Central “Nuevo Chapare” y fue fundadora y primera Secretaria Ejecutiva de la Federación de Mujeres del Trópico de Cochabamba, descollando en la vida política y sindical. Fue elegida concejala de Villa Tunari, y Secretaria Ejecutiva de la Central “Villa 14 de Septiembre”. Fue fundadora y Secretaria Ejecutiva (1999-2001) de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa”. Se caracterizó por ser dirigente leal y consecuente con el expresidente Evo Morales, quien la apoyó en su vida sindical en el Chapare.

El reto de dirigir la Constituyente

Continuó su trayectoria sindical en Santa Cruz, donde fue constituyente electa por el Movimiento Al Socialismo. El 4 de agosto de 2006, la Asamblea Constituyente reunida en Sucre, la eligió Presidenta, exaltando los ánimos de la oligarquía que la cuestionó por su condición indígena y su falta de estudios. El 7 de agosto, experimentó en carne propia la amargura de ser discriminada por ser mujer y campesina:

Provengo de una familia muy pobre, por lo que no tuve el apoyo económico para proseguir estudios. Muchos me preguntan si soy profesional para conducir la Asamblea Constituyente y yo respondo con orgullo que no, porque fui marginada y porque en mi infancia mi padre me dijo que como mujer e hija mayor debía dar oportunidad a mis hermanos.

Ane esa situación, exigió respeto y advirtió que “ningún hombre se atrevería a manipularla o imponerle su voluntad”, en el desafío de impulsar el proceso fundacional del Estado Plurinacional de Bolivia. En la mente de esta valiente mujer de pollera no cabía la derrota, pues “sería el fracaso de las mujeres”, y sería “reclamado por su familia, su comunidad, las organizaciones sociales y Bolivia”. Por primera vez la presidenta de una Asamblea Constituyente, se expresó en lengua originaria:

Ichapis parlayta munani Quechua qallunchispi. Tiapuanchis quechua, aymara, guaraní, tuquy indígenas originarios de Bolivia. Tiapuanchis cambas, chapacos y collas, nisqa sutiyuj qanchis ñoqanchis. Me gustaría hablar en mi lengua Quechua. Nosotros, los indígenas originarios, tenemos el quechua, aymara, guaraní. Así como nos llaman cambas, chapacos, collas, todos tenemos nuestras lenguas.

Era una lengua ajena, distante, extraña para la elite criolla, incapaz de comprender su significado. El regocijo vino de los ponchos y axsus multicolores que llenaron el histórico Teatro Gran Mariscal Sucre.

Contribuyó a erigir el nuevo Estado

El proceso para refundar Bolivia gestado desde abajo, fue el desafío más grande que enfrentó la sociedad boliviana para erigir un nuevo Estado que reconozca los derechos de los Pueblos Indígenas, hecho que exaltó la supremacía de la oligarquía nativa que no se resignaba a perder el poder político detentado desde el 6 de agosto de 1825. Asesorada por el embajador de Estados Unidos, la élite blanca impulsó una estrategia separatista con la toma violenta de instituciones estatales en Santa Cruz de la Sierra, Trinidad, Tarija y Cobija, que estuvo a punto de desencadenar una guerra civil. La oligarquía captó el apoyo del comité cívico de Chuquisaca, con la promesa de trasladar el Poder Ejecutivo y Legislativo a Sucre, asediando a los constituyentes que vivieron un calvario.

Silvia Lazarte enfrentó el desafío de presidir la Asamblea Constituyente en ese contexto discriminador, racista y violento. Mujer templada en las luchas sindicales por un futuro mejor para los pueblos indígenas que como ella, eran objeto de discriminación racial y social, años después recordó esa experiencia histórica:

Desde [el] nacimiento, las mujeres vivimos muy marginadas y discriminadas. Yo sólo quería cambiar la Constitución a lo que he vivido. Todos me cuestionaban. Los periodistas me preguntaban sobre mi profesión, pero no era ni bachiller. Era mujer, no era abogada, no conocía la justicia sino la injusticia. En Sucre hasta nos han amenazado con quemarnos vivos, ni alquiler de casa me querían dar. El dueño de casa me dijo ‘hermana Presidenta, te pido que seas libre, salí por favor de mi casa, no quiero ver sangre en mi casa porque han dicho que esta noche te van a matar’. Que voy a hacer, he tenido que salirme esa noche. Así he vivido yo como Presidenta de la Asamblea Constituyente.

Roberto Aguilar, vicepresidente de ese órgano de poder, remarcó que “hemos tenido que enfrentar el embate de una derecha fascista y racista que decía ‘india de mierda’, ‘india cochina’, a la presidenta”.

Falleció a los 56 años

El 2009, Silvia Lazarte retornó a Santa Rosa de Sara, donde combinó sus labores agropecuarias con la vida orgánica del sindicato y la actividad política. Silvia Lazarte resguardó el Archivo del Proceso Constituyente, documentación que fue asaltada y retenida en Sucre, rompiendo las leyes de la Archivística que determinan su procedencia en el Órgano Legislativo entre tanto conserve sus valores primarios. Venciendo toda clase de dificultades administrativas y políticas, en un acto de simbolismo histórico depositó los expedientes producidos por el proceso constituyente (2006-2008) en la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Esta digna, valiente y temeraria dirigente campesina, falleció el 28 de junio de 2020 a los cincuenta y seis años. Deja un legado invaluable a la sociedad.