Hugo Daniel Ruiz (1937 - 2021)

Luis Oporto, 30 de junio de 2021

El 1 de julio de 2021, falleció un patriota. Hugo Daniel Ruiz, alfarero y ceramista, primer etnógrafo profesional, director del Museo Nacional de Etnografía y Folklore por tres décadas.

Nació en Sucre, el 5 de enero de 1937. Estudió Artes Plásticas en la Escuela de Bellas Artes de la capital, con maestros como Jorge Imaná (Dibujo) y Walter Solón Romero (Pintura mural). Migró a La Paz donde se especializó en Cerámica en la Escuela Municipal de Artesanías y Miniatura, bajo la guía de Jorge Medina y Manuel Iturri (1969). Obtuvo el Premio Municipal de Cerámica y Alasitas (1972). Becado por la OEA, estudió Etnografía en el Instituto Paul Coremans del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México DF, siendo el primer etnógrafo profesional nacional.

Ingresó desde el inicio al Museo Nacional de Arte Popular y Artesanías, creado el 23 de agosto de 1962, por el Dr. Víctor Paz Estenssoro, siendo su primer director Manuel de Lucca, reemplazado por Luis Zeballos Miranda que nombró a Hugo Ruiz ayudante y luego subdirector (1964-1969). Realizó investigaciones etnográficas en Achacachi, Ayata, Compi, Achocalla, Tarija, Sucre, Tarabuco, Santa Cruz y Apolo, y en los pueblos indígenas, Ayoreode, Araona, Chipaya, Chácobo, Ignaciano y Ese Ejja (1965-1970). Participó en el Programa de Demarcación de Áreas Socioculturales, financiado por la OEA, con patrocinio del Instituto de Colonización, Desarrollo de Comunidades Rurales y el Instituto Indigenista Boliviano, dirigido por Francisco Amusquivar (1967). Fue miembro del Comité Departamental de Investigadores de la Dirección Nacional de Cultura (1971). Participó --con Julia Elena Fortún--en los festivales internacionales de música folklórica de Salta (1965 y 1966), la Feria Internacional de Artesanías en Santiago de Chile (1972) y en la Primera Reunión Técnica de Educación y Cultura Popular Tradicional, en Cuenca, Ecuador (1972). El gobierno alemán lo invitó para una visita de estudio e intercambio profesional en los museos etnológicos de la República Federal de Alemania (1979).

Transformó el antiguo Museo de Artesanía y Arte Popular en el moderno Museo Nacional de Etnografía y Folklore logrando el apoyo del Banco Central de Bolivia desde 1974. Fue visionario y el primero en contratar a los profesionales aymaras Roberto Choque Canqui (historiador) y Juan de Dios Yapita (lingüista). La elite intelectual empezó a calificar al Musef despectivamente como el “Museo de los indios”. No obstante, recibió el espaldarazo de la comunidad científica internacional. Contrató como personal de planta a Martha Hardman, Tristan Platt, Nathan Wachtell y John V. Murra. Fue apoyado por Thierry Saignes, Olivia Harris, Kevin B. Healy, Brooke Larson, Patrice Lecoq y Hiroyasu Tomoeda, entre otros. Impulsó el estudio científico del Uso Tradicional de la Coca en Bolivia, dirigido por William E. Carter y Mauricio Mamani (mediante contrato con USAID), así como sobre las culturas Ayoreode y Chipaya, Historia oral del Salar de Uyuni. Creó el primer laboratorio de conservación de bienes culturales etnológicos y organizó una biblioteca especializada, para fortalecer la investigación antropológica. Implementó una museografía moderna, sobre la base de dioramas, técnica desconocida en Bolivia en esa época. Para el montaje de la exposición de la cultura Chipaya, recibió en el Musef a un grupo de indígenas que trabajó en la curaduría junto a los expertos.

Ante las amenazas de ciertos burócratas del BCB de “devolver” al Musef al Ministerio de Educación, formó una influyente Asociación de Amigos del Museo, integrado por la crema y nata de la pequeña burguesía, entre ellos Esperanza Aid, Marcelo Zalles, Juan Carlos Gutiérrez, Ada Carvajal, Karen Abendroth, Willy Siegal, Peter Mac Farren, Rossy Balcázar, Herbert Müller, Oscar Barriga, Lupe Andrade, María Luisa Kent de Garret, Nicolás y Cristina Bauer, René Saavedra, Laurie Adelson, Amy Oakland, Mike Rotman, Bruce Takami, Marcela Siles de Gerke, etc. Hugo Ruiz tenía una poderosa madrina: Julia Elena Fortún.

Sus facetas son sorprendentes. Participó en la creación de la Peña Naira, donde cultivó amistad con Pepe Ballón, Yayo Jofré, Gilbert Fabre, Ernesto Cavour y Alfredo Domínguez. Fue fundador del Mercado Artesanal de San Francisco y asesor de la Asociación de Artesanía y Arte Popular de La Paz. Abrió el Musef a artistas y creadores de arte popular, quienes no tenían cabida en las instituciones de esa época. Así se creó los Sábados Culturales, usando el patio del palacio de los Marqueses de Villaverde. Fue cómplice de los movimientos indianistas emergentes que no tenían espacios para sus debates, abriendo el auditorio del Musef a líderes indianistas entre ellos a un formidable aymara que fundó un Ejército Indio, que pasaron por este centro clandestino en pleno neoliberalismo. Fue sensible con causas de izquierda y con los perseguidos políticos. Uno de sus secretos fue que ayudó a Támara Bunke a introducirse al gobierno de René Barrientos Ortuño. Durante la dictadura de Banzer auspició y brindó apoyo al antropólogo marxista de origen alemán, Jürgen Riester, a quien el Comité Cívico cruceño declaró persona no grata y exigía su expulsión del país. Durante el golpe de Luis García Meza, un artista produjo una serie de pinturas de denuncia, por lo que fue condenado y perseguido con saña. Nadie supo que Hugo Ruiz protegía a ese rebelde en los entretechos del palacio de los Marqueses de Villaverde. Asistió a José Jach’a Flores --autor del proyecto de la Universidad Andina Tawantinsuyo-- en sus últimos meses de vida, hasta que se dejó morir, de amor y nostalgia, en medio del olvido y la miseria atroz.

Rompió los modelos excluyentes de debate y reflexión científica, creando la Reunión Anual de Etnología, abierta e irrestricta, propiciando un diálogo entre profesionales científicos (vacas sagradas y nóveles investigadores recién titulados) y etnógrafos y lingüistas autodidactas, cuyos aportes están concentrados en los Anales de la RAE.

Cultivó una biblioteca, particular, especializada en etnología y una colección de miniaturas de Alasitas, única en su género, que hoy queda en poder de sus herederos.

En 1991, una misión del Banco Mundial, observó la presencia de cuatro repositorios culturales administrados por el Banco Central de Bolivia: Casa Nacional de Moneda, Casa de la Libertad, Museo Nacional de Etnografía y Folklore. Recomendó que los mismos sean devueltos al Ministerio de Educación. Ante esta mala noticia Hugo Daniel Ruiz, propuso a Wilson Mendieta Pacheco, Joaquín Gantier y Gunnar Mendoza, la creación de una Fundación Cultural, tomando como modelo las de Ecuador y Colombia. Con el apoyo de la influyente Asociación de Amigos del Musef, de los científicos extranjeros y la comunidad nacional, logró detener en seco la medida suicida exigida por el Banco Mundial. Mediante Ley N° 1670 de 31 de octubre de 1995, se crea la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, con el objeto de mantener, proteger, conservar, promocionar y administrar los Repositorios Nacionales y Centros Culturales bajo su tuición.

Paz en su tumba. Honor y gloria. Gratitud eterna a su magna obra.